lunes, 26 de agosto de 2013

Olvídate de las preocupaciones

Un psicólogo en una sesión grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la típica pregunta: ¿Está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, preguntó: 

- ... ¿Cuánto pesa este vaso? 

Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. 

El psicólogo respondió: "El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo 1 minuto, no es problema, si lo sostengo 1 hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, más difícil de soportar se vuelve." 

Y continuó: "Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada. Si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada." 

Acuérdate de soltar el vaso... 

martes, 13 de agosto de 2013

lunes, 12 de agosto de 2013

Cambiando la estrategia

"No puedes guiar el viento, 
pero puedes cambiar la dirección de tus velas." Proverbio chino #10

lunes, 5 de agosto de 2013

En el amor, no hay edad

“Un hombre tiene la edad de la mujer a la que ama.” Proverbio Chino #9

¿Qué tanto valoras tu trabajo?

Cuenta una historia que hace algunos siglos unos trabajadores estaban acarreando enormes piedras para hacer una gran obra. Pasó por allí un caminante, se detuvo y le preguntó a un trabajador: 

- ¿Qué haces? 
- ¿Es que no lo ves? - Respondió éste. 
- Estoy cargando sobre mis hombros esta enorme piedra, trabajando como un burro y muriendo de sed. 

Dio unos pasos el viajero y preguntó a otro trabajador: 
- ¿Qué haces? 
- ¿Pues no lo ves?, muriendo de sed y calor, acarreando grandes piedras. Sólo si Dios me ayuda lograré terminar con mi tarea. 

Continuó caminando el viajero y más adelante preguntó a un tercer trabajador: 
- ¿Qué es lo que haces? 
- Estoy construyendo una hermosa catedral para el pueblo, contestó con seguridad. 

Los tres hacían el mismo trabajo, al mismo tiempo y en igualdad de condiciones. Pero con actitudes diferentes. A los primeros les parecían interminables los días, la satisfacción y felicidad no eran parte de su vida, la probabilidad de accidentarse era más alta y sus frustraciones seguramente las descargaban con su esposa e hijos. El tercero podía ver como obra de sus manos la transformación que lograría para la posteridad, el orgullo que de ello transmitiría a sus hijos y la certeza de que cada gota de sudor se sumaba a los costos de alcanzar un propósito especial. Eso logra en nosotros un sentido de Misión.