lunes, 25 de marzo de 2013

¿Qué tanto valoras lo que tienes?


Si pudiéramos reducir la población de la tierra a un pueblo de solo 100 personas proporcionalmente hablando, que represente a toda la humanidad, en este pueblo habría 57 asiáticos, 8 africanos, 21 europeos, 14 del hemisferio occidental, 52 serían mujeres y 48 serían hombres, 30 serían blancos y 70 no, 89 serían heterosexuales y 11 homosexuales, 6 poseerían el 59% de la riqueza total, 80 vivirían en albergues pobres, 70 serían incapaces de leer, 50 padecerían desnutrición y 1 (sí solo 1) tendría educación universitaria y también solo 1 poseería una computadora.

Cuando consideramos nuestro mundo en esta perspectiva comprimida, la necesidad, aceptación, comprensión y la educación se ponen de manifiesto claramente.

El continuar en el mundo también es algo que debemos ponderar. Si tú despertaste esta mañana con más salud que enfermedad, eres más afortunado que los más de un millón de personas que no sobrevivirán esta semana. Si tú nunca has experimentado el peligro de vivir en un pueblo en guerra, la soledad de los prisioneros, la agonía, la tortura o las punzadas en el estómago por inanición (falta de alimentos), eres más afortunado que 500 millones de personas en el mundo. Si tú puedes asistir a alguna iglesia sin el miedo de ser arrestado, torturado o muerto, eres más privilegiado que 3 millones de personas en el mundo. Si tú tienes comida en el refrigerador, la ropa en tu clóset, un techo y un lugar para dormir, eres más rico que el 75% de la población mundial. Si tú tienes dinero en el banco, en tu cartera y el cambio lo dejas en el cenicero del coche, estás entre el 8% de la población más adinerada del mundo.

Si tú mantienes una sonrisa en tu cara constantemente de manera natural y es reflejo de estar agradecido, estás bendito porque la mayoría puede hacerlo pero no lo hace. Si tú puedes darle la mano a alguien, puedes abrazarlo o incluso puedes tocar su hombro, entonces tienes la capacidad de ofrecer un toque curativo. 


El profeta que nadie escuchaba


Una vez llegó un profeta a una ciudad con el fin de convertir a sus habitantes. Al principio la gente le escuchaba cuando hablaba, pero poco a poco algunos se fueron apartando, hasta que ya no escuchaban las palabras del profeta.

Cierto día, un viajante le dijo al profeta: "¿Por qué sigues predicando? ¿No ves que tu misión es imposible?"

Y el profeta le respondió:

"Al principio tenía la esperanza de poder cambiarlos. Pero si ahora sigo gritando es únicamente para que no me cambien ellos a mí".

El Alcón que no sabia volar


Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasados unos meses, el instructor le comunicó que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero que no sabía qué le sucedía al otro: no se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, e incluso había que llevarle el alimento hasta allí.

El rey mandó llamar a curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave.

Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió; por la ventana de sus habitaciones, el monarca veía que el pájaro continuaba inmóvil.

Publicó por fin un bando entre sus súbditos solicitando ayuda, y a la mañana siguiente vio al halcón volar ágilmente por los jardines.

- Traedme al autor de ese milagro - dijo.

Enseguida le presentaron a un campesino.

-¿Tú hiciste volar al halcón? ¿cómo lo lograste? ¿eres mago, acaso?

Entre feliz e intimidado, el hombrecito explicó:

- No fue difícil, su Alteza: solo corté la rama. El pájaro se dio cuenta de que tenía alas y se lanzó a volar.

Así somos los seres humanos, estamos atados al pasado y al presente porque no nos hemos dado cuenta de que tenemos el poder de volar y buscar nuestro verdadero destino. Algunos tienen el privilegio de que algún acontecimiento rompa la rama de la costumbre, de la seguridad. Sólo entonces se dan cuenta de que son superiores a las circunstancias. 

Exito ante la adversidad


Hubo una vez un jovencito que vivió una de las vidas que podrían decirse más miserables. Huérfano antes de los 3 años; fue recogido por extraños. Fue expulsado del colegio, sufrió la pobreza y como resultado de heredar debilidad física, desarrolló un serio problema en el corazón siendo adolescente. Su amada esposa murió al comienzo de su matrimonio. Vivió como un inválido la mayor parte de su vida adulta, y murió a la joven edad de cuarenta años. Según todas las apariencias, él fue derrotado por la vida y sentenciado a ser olvidado con el tiempo.

Aún así, nunca dejó de intentar expresarse y alcanzar el éxito durante los veinte años de vida de carrera activa. En ese periodo, él produjo algunos de los más brillantes artículos, ensayos y críticas que se hayan escrito jamás. Su obra aún se lee extensamente y la estudian casi todos los estudiantes de las escuelas superiores de Estados Unidos y muchos otros países. Sus cuentos son cortos e historias de detectives famosos. Uno de sus poemas, exhibido en la famosa biblioteca de Huntington en California, ha sido valorado en más de cincuenta mil dólares, mucho más de lo que este joven ganara en toda su vida. ¿Su nombre? Edgar Allan Poe.

¡Las circunstancias no afectan tus oportunidades para el éxito tanto como tu nivel de esfuerzo! La necesidad mayor del mundo es la Visión. 

No hay situaciones desesperadas, solo personas que piensan en forma desesperada. 

No juzguemos tan rapido


Había una vez un hombre con cuatro hijos, El deseaba que sus hijos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápido. Así que los envió a cada uno a una gran aventura; su objetivo... ir en búsqueda de un árbol, el cual se encontraba lejos, a una gran distancia.

El primer hijo se fue en invierno, el segundo en la primavera, el tercero en el verano y el más joven en el otoño. Después de que ellos se fueron y regresaron, un día los mandó llamar para preguntarles qué habían observado.

El primer hijo comentó que el árbol era horrible, seco, doblado y torcido. El segundo hijo comentó que el árbol estaba cubierto de un hermoso follaje y flores. El tercer hijo estuvo en total desacuerdo. El comentó que el árbol estaba cubierto de brotes florales, que desprendían un aroma dulce, fresco y hermoso. El árbol era la cosa más hermosa que jamás había visto. El último hijo se encontraba en total desacuerdo con los anteriores. Comentó que el árbol estaba cargado de frutos, tan lleno de vida y esplendor.

Entonces el hombre explicó a los cuatro que todos tenían la razón. Porque cada uno de ellos habían observado solamente una temporada de la vida de aquel árbol. El les explicó que no pueden juzgar a nada ni a nadie solamente por una temporada de su vida. La esencia de las cosas y de quienes somos, los placeres, alegrías y el amor proveniente de la vida, solo puede ser medida al final, cuando todas las etapas de su vida se han reunido.

Si te das por vencido cuando es invierno, perderás las oportunidades de la primavera, la belleza del verano y las promesas del otoño. No dejes que el dolor de una temporada, destruya el gozo de las demás. Y no juzgues la vida por una época difícil. Mantente firme en las dificultades y mejores tiempos vendrán con plena seguridad. 

Aspira a inspirar... antes de expirar. 

No hay que darse por vencido falcimente

Hubo un gran violinista llamado Paganini. Algunos decían que era una persona extraña, otros que había en él algo sobrenatural, las notas que salían de su violín tenían un sonido diferente, y por eso nadie quería perder la oportunidad de verlo tocar.


Una noche el escenario estaba repleto de admiradores para recibirlo, la orquesta entró y fue aplaudida, el director entró y recibió una gran ovación. Pero cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró. El violinista se puso el instrumento en el hombro y lo que surgió fue indescriptible: blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas parecían tener alas y volar al toque de aquellos dedos encantados.

De repente, un sonido extraño interrumpió el ensueño de la platea: una de las cuerdas del violín de paganini se había roto. El director paró, la orquesta se calló, el público estaba en suspenso, pero Paganini no se detuvo. Mirando su partitura, siguió extrayendo sonidos deliciosos de su violín atrofiado. El director y la orquesta, admirados, volvieron a tocar.

Cuando el público se tranquilizó, de repente otro sonido perturbador atrajo su atención: otra cuerda del violín se rompió. El director y la orquesta pararon de nuevo, mas Paganini continuó como si nada hubiera ocurrido. Impresionados, los músicos volvieron a tocar.

Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación, todos los asistentes gritaron un "¡Ohhhhh!" que retumbó por la sala: otra cuerda del violín se había roto. El director y la orquesta se detuvieron, la respiración del público cesó. Pero Paganini seguía, como un contorsionista musical, arrancaba todos los sonidos posibles de la única cuerda que le quedaba al destruido violín. El director, embelesado, se animó y la orquesta volvió a tocar con mayor entusiasmo. El público iba del silencio a la euforia, de la inercia al delirio.

Paganini alcanzó la gloria, y su nombre corrió a través del tiempo. No fue apenas un violinista genial, sino el símbolo del profesional que continúa adelante aún ante lo imposible.

Cuando todo parece derrumbarse, démonos una oportunidad y sigamos adelante; despertemos al Paganini que existe en nuestro interior. La celebridad es el arte de continuar donde otros resuelven parar.

El valor de afrontar nuestros propios miedos y engaños


 "Si alguna vez vuelves a casarte o te buscas una amante después de que yo haya muerto, volveré y te amargaré la existencia", le dijo  a su marido una mujer agonizante.

De modo que cuando unos meses después de que falleciera su mujer, se enamoró de otra, le horrorizó, aunque no le sorprendió, comprobar que el espíritu de la difunta entraba aquella noche a la casa y le reprochaba amargamente su infidelidad.

Aquello se repitió noche tras noche, hasta que, no pudiendo soportarlo más, fue a consultar con un Maestro Zen, el cual le dijo: "¿Qué es lo que te hace pensar que se trata de un espíritu?"

"El hecho de que sabe perfectamente y es capaz de describirme hasta la más mínima cosa que yo haya podido decir, hacer, pensar o sentir"

El Maestro le entregó una bolsa llena de granos de soja y le dijo: "Asegúrate de que nadie abra esta bolsa y, cuando ella se te aparezca esta noche, pregúntale cuántos granos de soja contiene la bolsa"

Cuando aquella noche, el hombre le hizo la pregunta al espíritu, éste salió huyendo y nunca más volvió. "¿Por qué?", le preguntó más tarde al Maestro.

El Maestro sonrió y dijo: "¿No te parece extraño que tu famoso espíritu supiera únicamente lo que tú sabías?"